Entorno natural



Situada en el sureste de la Comunidad de Madrid, a 25 kilómetros de Madrid capital, Arganda del Rey puede presumir de tener un medio natural sumamente interesante, ya que parte de su término municipal está incluido en el «Parque Regional del Sureste», además de contar con amplias zonas verdes y particulares ecosistemas de notable riqueza medio ambiental.


Un paisaje puede describirse como un mosaico de áreas agrícolas, montes y matorrales mediterráneos, junto a pastizales de diversos tipos y pinares de repoblación. Entorno natural que crea numerosos ecosistemas que incluyen humedales en el valle, y que favorecen la persistencia de importantes especies animales y vegetales, muchas de ellas protegidas. Ecosistemas dignos de conservar, mejorar y respetar, que merecen ser visitados para poder satisfacer esa necesidad que siempre ha acompañado al hombre: el contacto directo con la Naturaleza.


PARQUE REGIONAL DEL SURESTE

El Parque Regional del Sureste, incluido en la red de espacios naturales protegidos de la Comunidad de Madrid, comprende un espacio muy singular, sometido a diversos factores que distorsionan su equilibrio biológico. Alberga áreas y enclaves que constituyen algunas de las entidades biogeográficas más ricas e interesantes de la Comunidad, con formaciones vegetales y poblaciones de fauna de gran diversidad y riqueza de especies, entre las que es obligado señalar la avifauna asociada a cortados y cantiles, sotos fluviales y lagunas originadas por la extracción de áridos, como las Lagunas de Las Madres.

En sus 31.550 hectáreas se pueden encontrar tanto aspectos singulares de expresión de vida silvestre, como de efectos producidos por la actividad humana. A ojos del visitante sorprende tanto lo primero como lo segundo, lo que hace que estos contrastes sean uno de los elementos que caracterizan el Parque en la actualidad.

En este entorno tan peculiar, es el agua el elemento natural omnipresente y dominante del valle bajo del Jarama. Así viene sucediendo desde el Terciario, cuando sus aguas han ido modelando el territorio del Parque, hasta nuestros días, con el Jarama y sus tres afluentes, Manzanares, Henares y Tajuña, que unen sus aguas en territorio del Parque. La existencia de numerosas lagunas, artificiales en su mayoría, también contribuye a ese protagonismo. Es en estos medios acuáticos donde la fauna, aves particularmente, encuentran lugares oportunos para su reproducción, cría, paso e invernada: garza, cormoranes, patos, malvasías o calamones, son algunas de las 120 especies de aves que existen en aguas del Parque, que encuentran alimento en la vegetación ribereña, antaño exuberante, o en su fauna piscícola con carpas, perca-sol e incluso calandinos, bermejuelas y barbos.

Flanquean el eterno correr de las aguas del río Jarama los cortados y cuestas yesíferas, que originó la erosión fluvial cuaternaria. En estos yesos, tan excepcionales como frágiles, se encuentra la flora más singular de la Comunidad de Madrid: jabuna, sisallo, hierbas de las pecas, carraspique o chucarro son algunas especies de esa flora tan especial. Sus portes arbustivos y de escasa identidad, producen paisajes vegetales con grandes espacios abiertos propiciando lugares idóneos para la existencia de aves esteparias como avutardas, sisones y alcaravanes. Muy cerca de ellas, allí donde las cuestas se convierten en paredes verticales formando hermosos cortados, anidan halcones peregrinos, búhos reales, chovas piquirrojas y, en sus cercanías, milanos negros.

Desde el aire, donde parece haberse situado esta visión del Parque, se avistan otros aspectos no menos importantes. En los remedos de bosques constituidos por coscojas y pinos, a los que acompañan encinas y quejigos, habitan águilas calzadas y culebreras, azores y pequeños búhos junto a garduñas, ginetas y zorros. Mientras, al mismo tiempo, aquí y allá, en cualquier lugar, saltando, agazapados, corriendo, refugiándose en boqueras, aparecen los conejos.

Toda esta importante y muy interesante diversidad biológica convive en un medio natural altamente humanizado, ya que en su entorno se asienta la población de un total de dieciséis municipios, que en mayor o menor medida contribuyen con parte de sus terrenos a formar el Parque. Los pobladores de estos núcleos urbanos han sido desde muy antiguo agricultores y todavía hoy en día el cincuenta por ciento del territorio del Parque está destinado a cultivos agrícolas, mayoritariamente asentados en el fondo del valle del bajo Jarama, en la llamada vega del río, donde el maíz es el cultivo por excelencia.

Bajo la fértil tierra de la vega jarameña se encuentran los depósitos de gravas silíceas que se formaron durante millones de años con los inmensos acarreos de la erosión fluvial cuaternaria. Constituyen esos depósitos el objetivo de la actividad minera que tras su extracción los destina al sector de la construcción. Ese mismo subsuelo guarda un pasado paleontológico y arqueológico de gran relevancia en la Comunidad de Madrid, constituyéndose en otro más de los valores ocultos del Parque, que forma parte del Patrimonio Medio Ambiental de la región.

DEHESA "EL CARRASCAL"

La Dehesa » El Carrascal», con sus 131 hectáreas, es uno de los pulmones verdes más importantes de Arganda del Rey. Está incluida dentro del Parque Regional del Sureste debido a su importancia paisajística y porque es el último reducto que queda de encinar manchego. Originariamente estaba constituida por encinas y quejigos, pero para su regeneración se repoblaron las zonas más degradadas con pinos carrascos y piñoneros. Entre sus hectáreas se ocultan muchas especies animales, que son difíciles de observar pues, por ejemplo, los mamíferos son más nocturnos o crepusculares.

La Dehesa El Carrascal es, junto a las lagunas de Las Madres, uno de los espacios naturales más importantes de la localidad. Situada al sur del municipio, delimitada al norte por el barrio de Los Almendros, al este con el camino de Los Jarales, al sur con la autovía de Valencia y al oeste con la carretera comarcal C-300.

Cuando en 1994 se creó el Parque Regional del Sureste, se acordó incluir este paraje dentro del mismo por su importancia paisajística, al ser el único reducto que queda de encinar manchego, pues el resto ha sido degradado debido a la acción humana. El Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Regional del Sureste establece su zonificación según su grado de conservación. El encinar y coscojar de la Dehesa “El Carrascal” se engloba dentro de la Zona B o Zona de Reserva Natural por ser un territorio poco modificado por el hombre, cuya explotación ha fomentado el desarrollo de formaciones o elementos que merecen una protección especial por su interés paisajístico. La parte más meridional, con menor grado de conservación, pertenece a la Zona de Explotación Ordenada de los Recursos Naturales, y entre sus objetivos figura la redacción del Proyecto de Ordenación del Monte Dehesa de » El Carrascal».

Originariamente la vegetación estaba constituida, en su mayor parte, por encinas y un tipo de roble llamado Quejigo, que debido a la sobre explotación de los recursos naturales como la tala y el pastoreo intensivo, fueron desapareciendo. Desde tiempo inmemorial fue un lugar de aprovechamiento comunal para los argandeños que disfrutaban de su explotación con la leña o mediante el arriendo de la caza. Las zonas más degradadas fueron repobladas con pino Carrasco en la década de los años cincuenta del siglo pasado, para asegurar una cobertura arbórea que a largo plazo posibilitara la lenta implantación de especies originales de la zona. Hoy en día sólo quedan algunas manchas de vegetación autóctona y las encinas han dado paso, en su mayor parte, al matorral de sustitución constituido por quejigos y  coscojas.

Geológicamente pueden observarse dos tipos de sustrato, uno de tonalidades marrones compuesto por suelos silíceos de cuarcitas y cantos rodados, y otro más blanquecino constituido por margas calizas y yesíferas. Cada sustrato lleva asociado un tipo de vegetación.

La vegetación de «El Carrascal»

El bosque original era una masa mixta de árboles de la familia del roble: encina y coscoja, ambos de hoja perenne, y quejigo, de hoja caediza. De modo que una de las características fundamentales es el contraste de colores y tonalidades y la espectacularidad estacional: la encina de un verde oscuro y grisáceo, la coscoja de un verde más brillante y lustroso, y el quejigo, verde fresco, amarillo, ocre o marrón, según la época. De este bosque se conserva una parte en buen estado, mientras que otras zonas son el resultado de repoblaciones de pinos de diversas edades, fundamentalmente de pino carrasco y, más escasamente, de pino piñonero. En este caso la repoblación tenía por objeto la regeneración de una zona silvestre deteriorada. La transición entre las tres zonas es muy clara.

Entre las especies de flora más numerosas destacan: el lentisco, el tomillo, la madreselva, el jaguarzo, el cornejo, la gayuba, la aliaga, los espantalobos, el cantueso, la lavanda, la mejorana, el romero, la esparraguera, la higuera, las orquídeas, las amapolas, el esparto, el espino, el escaramujo y la zarzamora, como los más abundantes.

La fauna de “El Carrascal»

Los animales que habitan la zona, fundamentalmente los vertebrados, tienen la facultad de moverse de manera sigilosa para  guarecerse y ocultarse, lo que dificulta la posibilidad de que puedan ser observados con facilidad; a pesar de que La Dehesa abriga una gran cantidad de animales.

Las aves, en su mayoría, son diurnas, excepto las rapaces nocturnas. Hay cuatro tipos: aves sedentarias, que permanecen durante todo el año; estivales, que se crían en la zona; las invernales, que sólo pasan el invierno en este monte; y las aves de paso, que se detienen en su migración en las dos épocas intermedias del año, el otoño y la primavera temprana. Entre las aves hay que citar la paloma torcaz, que viene a mediados de otoño, y que es la especie de paloma más grande de la Península Ibérica. Las urracas deambulan por toda la zona, siendo más numerosas en el pinar y en la zona recreativa por su carácter medio carroñero. El chochín busca las zonas más espesas. El grupo de falconiformes es muy amplio con azores, gavilanes, milanos o el ratonero común, sin olvidar otras especies como los vencejos, las tórtolas, los petirrojos, los jilgueros, las perdices rojas, los gorriones y los alcaudones o mirlos, entre otros muchos.

La mayoría de los mamíferos de la Dehesa son nocturnos o crepusculares, y tienden a desaparecer cuando detectan la presencia humana. Los jabalíes se suelen esconder entre los matorrales más densos y acuden al pinar en invierno, cuando el encinar y el quejigal se han quedado sin bellotas. Los machos marcan su territorio mediante marcas en el torno de los árboles, que realizan con los colmillos lo más arriba que pueden para mostrar su gran envergadura y disuadir así a otros machos. Entre los carnívoros hay que citar al zorro común, con un pelaje espeso y color pardo amarillento, y la comadreja, muy ágil y huidiza. Los conejos y las liebres se encuentran más en los límites entre zonas de vegetación densa y áreas abiertas y despejadas. También son muy numerosos los ratones de campo, que hacen sus agujeros en el suelo. Entre la amplia fauna mamífera destacan los erizos, las musarañas, los murciélagos, los tejones o los lirones.

Los anfibios y reptiles sólo son activos a partir de la primavera y durante todo el verano, y permanecen aletargados y ocultos bajo piedras o enterrados en la época fría. Cabe destacar al lagarto ocelado, el mayor de todos los presentes en estas zonas. Entre las especies peligrosas está la víbora hocicuda, la única serpiente venenosa dentro de la Dehesa. Dada la peligrosidad por el tamaño y la concentración del veneno, ante una posible mordedura siempre hay que acudir a un Centro de Salud. La culebra bastarda es otra de las carnívoras. Allí donde la vegetación es más baja, se encuentra un mayor número de lagartijas, como la colilarga o la cenicienta.

LAS LAGUNAS DE LAS MADRES

Las Lagunas de Las Madres forman un enclave natural incluido en el Parque Regional del Sureste, situado en torno a los ejes de los cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama. Las Lagunas se encuentran en la antigua finca «Las Madres», a 20 km de Madrid, en el término municipal de Arganda del Rey. Están englobadas dentro de la Red Natura 2000, en concreto dentro de una zona ZEPA (Zonas de Especial Protección de Aves), y LIC (Lugares de Importancia Comunitaria), algo de gran valor para el territorio por su singularidad y valor ecológico.

Para llegar a las LagunaS de Las Madres es necesario tomar la carretera de Chinchón a Morata de Tajuña, y en el km 1,800 tomar el desvío a la derecha. Su origen está en la explotación de la zona, entre 1966 y 1984, como gravera para la obtención de áridos utilizados en la construcción. Posteriormente fue abandonada. Se excavaron enormes socavones que, al llegar a superar el nivel freático de las aguas subterráneas, posibilitaron la afloración de las aguas de este acuífero por la proximidad de los ríos Manzanares y Jarama. Así nacieron una serie de lagunas cuyo entorno da cobijo a una variada fauna de especies protegidas que forman interesantísimas comunidades de avifauna, anfibios y especies vegetales de la zona.

En 1985 comenzaron los trabajos de recuperación por parte del Ayuntamiento de Arganda, a los que se sumó, poco después, la Comunidad de Madrid. Fue el primer proyecto realizado en España de recuperación ambiental de graveras con fines de protección de la fauna y flora, y cuyo objetivo era la formación medioambiental y el uso recreativo. Esta actuación mereció el Premio de la Comisión Europea de Medio Ambiente en 1987, Año Europeo del Medio Ambiente. Posteriormente, en 1995, se le concedió el premio J.B. por la gestión del parque.

En una segunda fase se estableció, entre 1988 y 1991, una Escuela Taller de Jardinería que actuó en Las Lagunas para ampliar las plantaciones y el desarrollo de un proceso de adaptación paisajística, compatible con su protección medioambiental. Esta Escuela terminó con la recuperación de especies vegetales.

Del año 1991 al 1999 este paraje estuvo cerrado al público, lo que permitió que las especies vegetales se consolidaran y la fauna se adaptara al lugar e iniciara sus procesos reproductivos. A partir del año 2000, y hasta 2010, la Escuela Taller Román Aparicio del Ayuntamiento de Arganda del Rey realizó una intensa labor de mantenimiento, jardinería y mejora en Las Lagunas, con la incorporación de nuevos cerramientos del recinto y la construcción del puente que actualmente facilita el paso entre dos de las lagunas de este enclave. Actualmente la entrada tiene el precio simbólico de un euro, con el que se pretende concienciar a los visitantes sobre el carácter de enclave natural protegido.

Enclave natural de Las Lagunas

Se encuentran en las terrazas bajas del Jarama, formadas en la era cuaternaria por la acción erosiva y de sedimentación del río, el cual desmantela el relieve existente y forma las vegas fluviales constituidas por materiales detríticos (arenas, gravas y limos), abundantes en la zona, que han dado lugar a una importante industria de extracción de áridos destinados al suministro de materiales de construcción.

El Jarama, principal afluente del Tajo, en su recorrido va recibiendo las aguas de otros ríos, como el Lozoya, el Henares, el Manzanares y el Tajuña. Debido a esos aportes, el Jarama va aumentando su caudal para formar, en las terrazas medias y bajas, mantos freáticos (aguas subterráneas) muy cercanas a la superficie debido a la permeabilidad de las arenas y gravas.

El enclave de Las Lagunas ofrece una potencialidad de desarrollo de actividades de formación y sensibilización ambiental en un doble aspecto: Por una parte, los aspectos paisajísticos, naturales y ambientales proporcionan unos recursos naturales idóneos para el estudio y difusión del conocimiento de los distintos ecosistemas, mediante la realización de sendas ecológicas e itinerarios guiados, complementados con otras actividades en el aula, como charlas, talleres y exposiciones. Por otra parte, este espacio ha sido originado por una actividad industrial muy degradante como es la extracción de áridos que, una vez concluida la explotación, fue objeto de un proyecto de regeneración y recuperación, con el resultado de la creación de un espacio «naturalizado».

Estas condiciones dan la oportunidad de ver, de una forma práctica y real, tanto el proceso destructivo, como el de recuperación y gestión, lo que proporciona unos recursos didácticos y de ocio medioambiental en un espacio singular muy cercano a la capital. A este respecto es importante su proximidad a zonas urbanas densamente pobladas, que demandan cada vez más espacios recreativos naturales, a la vez que sufren la carencia de centros de formación  medioambiental, situados en los propios espacios naturales, indispensables para el proceso de sensibilización y conservación del entorno.

La flora

La vegetación presente en las Lagunas está adaptada a las condiciones edáticas y climatológicas de la zona, entre las que destaca especialmente la vegetación asociada al ecosistema palustre o de ribera. Entre esta vegetación encontramos carizos, espadañas o juncos muy importantes para la nidificación de las aves del entorno y su protección ante depredadores.

Asimismo se encuentran especies de árboles que son el resultado de diferentes trabajos de reforestación y que hacen de la zona un lugar agradable y con abundancia de áreas de sombra, gracias a que las primeras reforestaciones se hicieron hace ya cerca de quince años. Entre ellas destacan los plataneros, el castaño de indias, el sauce llorón y sauce blanco, el chopo negro, el árbol del amor, el arce negundo, el madroño y el chopo lombardo.

Existe además una senda ecológica que discurre perimetralmente entre las dos primeras lagunas. El recorrido consta de varias paradas donde se ubican los ejemplares más singulares de la vegetación presentes en el área recreativa. Las paradas están marcadas con morros situados al pie de los ejemplares, donde se especifica el nombre común de cada especie.  La primera parada se encuentra frente a la caseta de información.

Fauna

La variedad de especies de fauna están condicionadas por la presencia de láminas de agua y vegetación de ribera, lógicamente más abundantes en las láminas menos visitadas. Destacan, especialmente, las aves acuáticas y la fauna ictícola. Entre las aves acuáticas destacan la garza real, la garcilla bueyera, la cigüeña, las ánades, la lavandera blanca, el martín pescador, el somormujo lavanco y el cormorán grande. En cuanto a los peces que viven en sus aguas está el barbo, la carpa, la trucha arco iris y el “black-bass”.

El recorrido

Se inicia en el embarcadero desde donde podemos caminar bordeando la laguna principal, dejándola a nuestra derecha. Durante el paseo se pueden distinguir las principales especies de ribera: los álamos blancos, los sauces, los chopos y los tarayes. Conviene detenerse para estudiar el Carrizal de “Phragmites”, cinturón denso de vegetación donde pueden ocultarse algunas aves acuáticas (ánades y similares). Asimismo, enfrente quedan los cerros yesíferos y pinares de Casa Eulogio.

Durante el paseo se puede observar la importancia del uso socio recreativo del entorno natural. También existe alguna parada idónea para intentar detectar avifauna, especialmente al final de la laguna grande, frente a otra pequeña laguna con una buena representación de carrizal. En función de la época del año, se pueden encontrar en floración unas especies u otras, así como algunas especies de aves migratorias, que pueden observarse con prismáticos y desde los puntos preparados para ello: milanos negros, garzas imperiales, garcillas, etc.

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